«Esta historia de sangre y truenos parecida a la vida y escrita con cinismo tiene el sello de la autenticidad... Un gran triunfo.» The Independent
En Jaque al rey, segunda de las tres novelas inglesas que inspiraron las dos famosas series de televisión, House of Cards (BBC y Netflix), Francis Urquhart, elegido primer ministro, hará todo lo posible para desacreditar a la monarquía, y en última instancia, hundir al monarca. Hay momentos en que el político parece debilitado, superado por las circunstancias e incluso dispuesto a tirar la toalla. Pero siempre hay algo que lo empuja y lo salva. En este caso es una americana, Sally Quinn (que nos recuerda a Mattie Storin), que acabará, como ella, siendo la amante y consejera de Urquhart. Una vez más el lector quedará fascinado por este héroe perverso. No solo por su astucia, sino por su sentido del humor tan característicamente inglés y, sobre todo, por la fuerza con que persigue sus objetivos.
"Con un amigo como Michael Dobbs, ¿quién necesita enemigos? Su ritmo es, de nuevo, perfecto. Magníficamente atrevido.» The Times «He aquí un escritor de intriga política con un conocimiento de primera mano de cómo funciona el interior de ese mundo. House of Cards es una novela reveladora, muy ágil y brillante.» Daily Express Michael Dobbs (Cheshunt, Hertfordshire, 1948) se educó en Oxford y tras su graduación viajó a Estados Unidos para cursar un posgrado en el Centro Fletcher de Derecho y Diplomacia y en la Universidad Tufts. En 1975 volvió a su país y empezó a trabajar en el Partido Conservador, donde llegó a ser jefe de gabinete de Margaret Thatcher. Después del inmenso éxito de House of Cards, ha publicado hasta veinte novelas, la mayoría de ellas de intriga política.
Patricia es traductora literaria. Traduce narrativa y ensayo del inglés al castellano. Suss dos pasiones son la lectura y la música clásica. Estudió Filología y llegó a la traducción literaria un poco de rebote, desde la corrección de estilo. Un editor le dijo una vez que la labor del traductor literario se parece bastante a la del músico, porque al fin y al cabo consiste en interpretar una partitura ajena, y para ambas profesiones hace falta oído, musicalidad y poner pasión en lo que haces.