A medida que las personas continúan bebiendo alcohol con el tiempo, pueden ocurrir cambios progresivos en la estructura y función de sus cerebros. Estos cambios pueden comprometer la función cerebral e impulsar la transición del consumo controlado y ocasional al consumo indebido crónico, que puede ser difícil de controlar. Los cambios pueden durar mucho después de que una persona deja de consumir alcohol y pueden contribuir a la recaída en el consumo de alcohol.