ValiÊndose de la voz de uno de los narradores de su novela, el autor confiesa: "No deseo escribir una novela tradicional, maniquea, con el caracterÃstico triunfo del bien sobre el mal en las Ãēltimas pÃĄginas. No. DejarÊ que la realidad triunfe sobre la forma, respetarÊ la historia tal y como me la contÃŗ Zelia: una historia donde la ciudad es atravesada en varias de sus capas, como un viaje al interior de una cebolla. Un inspector, crÃmenes, religiosos medievales camuflados en busca del poder, vagabundos y nÃŗmadas prehistÃŗricos que viven de los deshechos, y al final las cloacas de la ciudad como lo mÃĄs Ãntimo, como el inconsciente donde fluyen y habitan las materias prohibidas de la ciudad".