Aunque nunca fue incluido entre los evangelios canónicos, recoge leyendas que han sido admitidas como ortodoxas por algunas iglesias cristianas, tales como la natividad milagrosa de María, la localización del nacimiento de Jesús en una cueva o el martirio de Zacarías, padre de Juan el Bautista.
Pese a que en las iglesias orientales alcanzó gran difusión en los primeros siglos del cristianismo, su auge en Occidente se debió al cabalista francés Guillaume Postel (1510-1581), quien lo tradujo al latín y lo publicó en 1552.