Nací en Villanueva de Alcardete (Toledo) en 1933 y soy misionero en Brasil desde poco después de cantar misa en 1959.
Vivo desde entonces en las conflictivas “favelas” de Río de Janeiro, el submundo de nuestra ciudad, donde crecen juntos el trigo y la cizaña. Es Karl Marx el que decía que en la historia, como en la naturaleza, la podredumbre es el laboratorio de la vida. En la favela se lucha por la vida cuerpo a cuerpo con la muerte.
Me confirma en la fe y representa para mí una gran alegría escuchar al Papa Francisco instando a la Iglesia a salir a las periferias existenciales y geográficas de nuestra sociedad. Es donde me encuentro y donde he estado toda mi vida. Y tengo por hilo musical en mis momentos de meditación y escritura poética el ruido de las balas que se entrehilan entre la niebla y la noche.
Ser pobre, vivir con ellos, compartir su sufrimiento siendo testigo de tantas luchas y fracasos. Y en medio de todo ese caldo de cultivo, ser presencia del Evangelio. He ahí el gran desafío.