Bonnie Jo Campbell (1962) creciÃŗ en una pequeÃąa granja de Michigan con su madre y sus cuatro hermanos y puede que sea una de las Ãēnicas beneficiarias de una beca Guggenheim que sabe cÃŗmo se castra un cerdo. Cuando se marchÃŗ a Chicago a estudiar filosofÃa, su madre alquilÃŗ su habitaciÃŗn. DespuÊs se recorriÃŗ EE.UU. y CanadÃĄ haciendo autoestop.
Un dÃa vio en una farola de Phoenix un cartel del cÊlebre circo Ringling Bros. and Barnum & Bailey y se uniÃŗ a la caravana vendiendo granizados. Los demÃĄs vendedores eran tipos rudos, desdentados, tatuados y llenos de cicatrices. La gente preferÃa el puesto de Bonnie Jo porque parecÃa la vecina inocente de la puerta de al lado. Se sacÃŗ mucha pasta. MÃĄs tarde ascendiÃŗ los Alpes en bicicleta y organizÃŗ viajes de aventura por Rusia, los paÃses bÃĄlticos y Europa del Este.
En 1992, tras obtener un mÃĄster en matemÃĄticas, comenzÃŗ a escribir sobre la vida en las pequeÃąas localidades rurales de Michigan. Es autora de dos novelas y tres colecciones de relatos y ha sido nominada al National Book Award en dos ocasiones. Actualmente reside con su marido y otros animales en las afueras de Kalamazoo. Estudia KobudÅ, ÂĢel camino antiguo del guerreroÂģ, el arte marcial ancestral de Okinawa, y le gusta pasar el rato con sus dos burros: Jack y Don Quijote. En su refugio subterrÃĄneo ideal para el fin del mundo habrÃĄ arroz, frijoles, frutos secos, hortalizas deshidratadas, agua, una buena reserva de guantes y calcetines (porque es de pies frÃos), material para escribir y todo Dickens. Su bar favorito es el Tap Room, donde suele haber peleas. Le gusta estar donde estÃĄ la vida. La gente de ese bar son los personajes que pueblan sus relatos, su tribu. Aunque conviene seÃąalar que ya no bebe ni se pelea tanto como antes, porque necesita estar despejada por las maÃąanas para poder escribir.