David de las Heras no solo es dueño de una creatividad arrolladora y de una sensibilidad que le permiten transmitir complejos conceptos con una sola contundente imagen; también —y quizá sea su mayor virtud— es capaz de reinventarse una y otra vez para conseguir nuevas y mejores piezas, todas distintas y todas potentes. Su gran talento y capacidades profesionales no han pasado inadvertidos para gigantes de la comunicación como The New Yorker, el Financial Times, Warner, Penguin Random House o El País, por nombrar algunos, que han confiado en el instinto y trazo firme de este autor para dar a conocer sus marcas y productos. Ha ilustrado varios libros: Campos de Castilla, de Antonio Machado (Lunwerg, 2023); Otras crónicas marcianas (Libros del Zorro Rojo, 2023), de Ray Bradbury; Político animal (Sexto Piso, 2021), con textos de Pablo Díaz Chorne; El planeta de los simios (The Folio Society, 2020), de Pierre Bouelle, y Urtain, de Juan Cavestany (Nórdica, 2019). Disfruta de igual manera ilustrando clásicos como las Metamorfosis de Ovidio o El corazón de las tinieblas de Conrad y creando las cubiertas del afamado escritor Haruki Murakami.Antonio Machado nació en el seno de una familia culta y liberal y estudió en la Institución Libre de Enseñanza de Madrid, factores que marcaron e influyeron en su defensa de la causa republicana. Fue poeta y prosista perteneciente a la Generación del 98. Vivía en París cuando conoció a Rubén Darío, que se convertiría en un gran amigo del escritor. En Madrid conoció también a Unamuno, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez y otros destacados literatos. Machado desarrolló una gran actividad literaria y cultural: escribió obras de teatro con su hermano Manuel, también poeta, entre las que destacan La Lola se va a los puertos (1929) y La duquesa de Benamejí (1931). Su primer libro, Soledades (1903), son poemas de carácter modernista, Campos de Castilla (1912), constituye uno de los libros más populares del poeta, Nuevas canciones (1914), Páginas escogidas (1917) y Poesías completas (1928 y 1933), entre otras obras. En 1927 fue nombrado miembro de la Real Academia Española. Tras estallar la guerra civil española, se exilió al pueblo francés de Colliure, donde murió al mes de su llegada.