Todo lo que tenía que hacer era rechazar la ayuda de Marissa Criswell. Tenía que evitar caer en la tentación que llamaba a su puerta, y no dejarse acariciar la frente que le ardía de fiebre. Marissa sabía cómo aplacar a aquella fiera salvaje. Si no tuviera tantas ganas de encontrar un padre para su hijo... ¡y al marido ideal!