La carta de una lectora le impacta de tal forma que decide centrar la trama en las relaciones sadomasoquistas; unas prácticas que, para su sorpresa, resultan ser más habituales de lo que imaginaba.
Con el fin de inspirarse y de dotarla de la mayor veracidad posible, se adentra en ese exótico y oscuro mundillo dónde espera conseguir información y experiencias de primera mano. Y como no quiere correr riesgos, se impone unos límites: conservar el anonimato y no pasar de los chats temáticos y las relaciones a distancia al «vivo y en directo».
Pero sus buenos propósitos fracasan cuando conoce al encantador y misterioso Roy, con el que se salta una de sus normas: «nada de sesiones reales».