El vasto y heterogÊneo panorama espiritual del mundo en las postrimerÃas del siglo xix y los rojos albores del presente, brinda al observador de los tiempos que corren un espectÃĄculo magnÃfico y emocionante. Turban el ÃĄnimo y pasman el espÃritu las perspectivas morales, dejadas como herencia ÃĄ las generaciones vivas por las generaciones muertas. Entre mil tribulaciones, el curioso se pregunta, si estÃĄ ÃĄ punto de convertirse en realidad palpitante la transmutaciÃŗn de valores anunciada por el terrible profesor de la Universidad de Basilea, y si la Fuerza, como principio de la moral y medida de todas las cosas, no amenaza de muerte, ÃĄ pesar de la Conferencia de la Haya y del humanitarismo, las entidades de las filosofÃas espiritualistas: Justicia, Derecho, Bien, Mal, irguiÊndose en medio de ellas, como un leÃŗn vivo y rugiente, sobre las ruinas de una acrÃŗpolis poblada sÃŗlo de Ãdolos rotos, mutilados dioses y espectros terrÃficos en las sombras medrosas, mas irrisorios ÃĄ la honrada luz del sol.