Los pensamientos humanos son generalmente un poco como las burbujas en una copa de champán: cada uno desaparece poco después de formarse, junto con muchos otros. Si bien siempre hay mucho brillo mental y efervescencia, hay una clara falta de sustancia real.
Desafortunadamente, muchos de nosotros quedamos atrapados en estas burbujas de pensamiento transitorias y de rápido movimiento. En lugar de usar nuestro cerebro para pensar de manera lógica y sabia, permitimos que los pensamientos emocionales y reactivos determinen nuestras acciones.
Por ejemplo, cuando recibimos un ping en nuestro teléfono, nuestro cerebro nos obliga a abandonar instantáneamente la tarea en cuestión y echar un vistazo. O, cuando alguien nos irrita, nuestros pensamientos inmediatos de enojo a menudo nos llevan a arremeter.
Pero no hace falta que sea así. Podemos usar nuestro cerebro de manera más efectiva.